Gracias a la generosidad de la familia, hemos podido en el pasado fin de semana, disfrutar de una escapada a Madrid, ciudad que nos encanta por su amplia oferta cultural principalmente. Allí hemos contemplado la exposición "Gauguin y el viaje a lo exótico" en el Museo Thyssen, imprescindible para cualquier amante del arte.
En la sala de exposiciones de la Fundación Mapfre en el Paseo de Recoletos, y bajo el título "Retratos obras maestras del Centro Pompidou" una colección de retratos realizados por grandes artistas del siglo XX, como: Modigliani; Picasso; Bacon o Blaminck, nos observan y escrutan en unos casos, y nos desafían en otros; buena oportunidad para los que no han visitado nunca el Pompidou.
CaixaFórum, por su parte, nos hizo pasar un rato interesante con su exposición "Torres y Rascacielos de Babel a Dubái", en ella, entre fotografías, maquetas y planos, se puede dar una paseo por la historia de la arquitectura como reza el título, desde el mito de la torre de Babel, hasta las magníficas torres de los Emiratos Árabes, pasando por la Torre Eiffel; los rascacielos de Chicago; la Universidad de Moscú; el Empire State y otros muchos que nos dan una buena idea de la evolución tanto en diseño como en materiales de la arquitectura.
Como no podía ser de otra manera, aprovechamos para, una vez más, ver una representación de nuestro querido "Teatro Chéjov"; en esta ocasión, la UNIR, actual propietaria del mismo, le hacía un homenaje al propio teatro y a su director Ángel Gutierrez, cuya capacidad de trabajo es admirable y envidiable incluso. Pusieron en escena las tres obras que han representado en los últimos tiempos y como dos ya habíamos visto,-El oso y Las noches blancas- elegimos El Quijote. Si el trabajo de sus grandes actores siempre nos emociona, en esta ocasión, Germán Estebas, en el papel del Ingenioso Hidalgo, nos hizo llorar con él, en el amargo momento de reconocer su derrota y su locura.
Y por último, lo que realmente provocó nuestro viaje: la ópera "Boris Godunov" de Musorgski. Espectacular y desgarradora en la misma medida; el dolor del pueblo ruso expresado por las voces del Coro del Teatro Real, y los diferentes bajos que creó el autor, le proporcionan a esta ópera una doble intensidad. Günther Groissbök, en el paple de Boris, nos parte el corazón cuando la culpa y el remordimiento que siente por haber ordenado asesinar al hijo de Zar para hacerse con el poder, lo llevan a la muerte entre delirios y fantasmas. Como siempre, hemos intentado aprovechar el tiempo disfrutando de las cosas que más nos gustan.