Porque el amor llegará, o no;
el trabajo llegará, o no;
la familia te apoyará, o no,
los amigos comprenderán, o no.
Y entre la desolación y la desesperanza,
el gélido viento del invierno sobre el rostro, nos recuerda:
que estamos vivos;
alerta; preparados;
abiertos a lo que pueda venir;
deseosos; esperanzados...
que el dolor, como el amor, no es eterno;
que la vida pasa y nosotros con ella,
y que todo al fin, es espera,
deseo; angustia; necesidad; aliento...