sábado, 20 de julio de 2013

W.B. Yeasts

¡Ay el amor! qué tendrá que todos lo buscamos: jóvenes; maduros; mayores... Por enésima vez hemos vuelto a ver la película titulada "Y que le gusten los perros" comedia romántica con diálogos graciosos, sin mucho más fuste que pasar el rato al fresco en veranito o al calorcito en invierno; sin embargo dentro de todos los tópicos que trata de justificar, hay un momento que nos gusta mucho: un hombre viudo setentón bastante ligero aparentemente y que busca desesperadamente amor, ante una especie de reproche por parte de una de sus hijas sobre la clase de mujeres con las que se lía, le dice -refiriéndose a la mujer que perdió- que él ya ha conocido el amor de su vida, el verdadero, y que nadie puede superar eso. Creemos que tiene razón, tras un amor así, y conscientes de ello nos conformamos con cualquier cosa, nadie estará a la misma altura.Más adelante de la película el mismo personaje recita un poema de William Butler Yeats, destacado poeta irlandés que nos gusta mucho titulado

"Penique marrón"

Susurré ¡aún soy joven!
y luego ¡ya soy mayor!
entonces rodé un penique para averiguar si debía amar.
Corre y ama, corre y ama doncel si la dama es bella y joven.
Oh, penique marrón, penique marrón, penique,
enredado estoy entre los enredos de su cabello.

Cuan complejo es el amor, 
nadie hay lo bastante sabio para leer en sus labios.
Viviría pensando en el amor hasta que las estrellas desaparecieran
y las sombras a la luna engulleran.
Oh, penique marrón, penique marrón, penique,
nunca es demasiado pronto para el amor.

Podríamos añadir: que tampoco es nunca demasiado tarde...