lunes, 25 de febrero de 2013

La vida es sueño

Acabamos de vivir una magnífica experiencia, una gran lección sobre lo que supone el trabajo bien hecho. Nos estamos refiriendo a la representación en el Teatro Bretón de "La vida es sueño" llevada a cabo por la Compañía nacional de teatro clásico, actualmente dirigida por Helena Pimenta.

El hermoso y profundo texto de Calderón-que nada tiene que envidiar al mejor Shakespeare- nos traslada al rincón más recóndito del alma humana para mostrarnos que la libertad es posible, pero solo tras la reflexión y el conocimiento. Segismundo, encarcelado por su padre-el Rey- en una torre tras nacer, la primera vez que se ve libre, en realidad no lo está; en realidad, está prisionero de: la ira, el odio, el rencor, el deseo de venganza; sentimientos todos, que le llevan a desear destruir a todo el mundo. Sin embargo, su reflexión posterior, y el ejercicio de su libre albedrío, le llevará primero a la lucha por lo que sabe que es suyo -el trono- y más tarde al perdón de quien tras haberle dado la vida, se la arrebató encerrándolo en la cárcel. 

La actriz Blanca Portillo, está tan inmersa-e inmensa- en ese Segismundo, que en ningún momento vemos una mujer representando a un hombre, solo vemos, y de qué manera, al personaje. Una puesta en escena sobria pero efectiva, plástica y pictórica, nos pone la piel de gallina ante la sorpresiva caída de un dosel, como la metáfora del final de una realidad que Segismundo creerá un sueño. La música en directo del período barroco con instrumentos propios de la época, que acompaña muy bien las escenas de conjunto, nos parece que no tanto los soliloquios, aunque esto quizá se deba a nuestra situación en el patio de butacas. La iluminación nos pareció extraordinaria, al mostrarnos unas enormes sombras que animalizaban aún más si cabe a Segismundo. Sobre el vestuario, qué decir, si se trata de la Compañía nacional.
Como salimos realmente satisfechos y emocionados, obviaremos los detalles de lo que no nos gustó tanto.
Maravillosa muestra en fin, de la profundidad del alma y  la existencia humanas.
                                                                                                                                                                  

jueves, 7 de febrero de 2013

Nanas de la cebolla

Tras una  lectura en común de "Las nanas de la cebolla" de Miguel Hernández, intentamos cantarlas recordando la versión que de ellas hizo Joan Manuel Serrat y al llegar al verso que dice :

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes,
como cinco jazmines
adolescentes.

se nos quiebra la voz, y unas espesas lágrimas riegan nuestro atónito rostro y nos impiden seguir adelante.
En décimas de segundo esos versos nos hacen pensar : en una hija que dentro de unos meses será madre; en su infancia siempre vívida  en nuestro corazón; en la infancia de su futuro hijo; en nuestro propio futuro, cuando quizá ya tenemos más vida por detrás que por delante. Nos hacen sentir en fin, un cúmulo de emociones que nos recuerdan que pese a ser estos tiempos para muchas personas, también de nanas de cebolla, estamos vivos y tras disiparse la niebla que provocan las lágrimas, reconocemos que preferimos quebrarnos ante la belleza de un poema y de la vida, a no sentir, no pensar, no agradecer...

            

miércoles, 6 de febrero de 2013

Neocantes

Con el título de ¿Quién inventó la música clásica? Una historia contada y cantada de la música y los instrumentos, el grupo de cámara especializado en música antigua Neocantes ha estado en Logroño durante cuatro semanas enseñando a escolares y adultos qué es esto de la música. 

La iniciativa la conformaban una magnífica exposición de instrumentos antiguos y de diferentes lugares del mundo con visita guiada incluida y dos conciertos de música desde el siglo XIV hasta el siglo XX. Al frente de todo ello Germán Torrellas, su director, un apasionado y gran comunicador que hace fácil y  sencillo de entender lo difícil. Aprendimos muchas cosas sobre el orígen de la música culta-como a él le gusta llamarla- y su evolución, y disfrutamos de un delicioso y didáctico concierto. 
El grupo está formado por el ya citado Germán Torrellas, que dirije y toca la fídula, flauta, vihuela de arco y guitarras; Ingartze Astuy, mezzo, órgano y cembalino y Gemma Torrellas a la fídula y violonchelo; entre los tres forman un estupendo microcosmos con un sonido impecable que acerca la música clásica a los amantes de la misma y a los que no lo son.

 No podemos pasar de largo sobre algo fundamental en esta iniciativa, y es que había que pagar para disfrutar de todo el conjunto; nos parece muy acertado y oportuno en momentos en los que tanto se habla de recortes en cultura. No somos partidarios del todo gratis ni de las subvenciones por sistema; en el resto de europa, el público paga  por contemplar lo que le gusta, y así lo respeta y valora. Estamos convencidos de que si esta práctica se genaralizara con precios asequibles, los aficionados seguirian asistiendo a los conciertos-como en este caso- y los no aficionados quizá se lo tomarían un poco más en serio y respetarían tanto a los músicos como al resto de espectadores.

 Mención especial merece el comportamiento general de los niños presentes en el concierto, algunos muy pequeños, que no perdieron detalle de lo que sucedía en el escenario.

 El grupo Neocantes nos dejó tan buen sabor de boca, que estamos deseando que regresen; la cercanía y cordialidad de sus integrantes nos hicieron sentir como en casa y les damos las gracias por ello.