Tras una lectura en común de "Las nanas de la cebolla" de Miguel Hernández, intentamos cantarlas recordando la versión que de ellas hizo Joan Manuel Serrat y al llegar al verso que dice :
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes,
como cinco jazmines
adolescentes.
se nos quiebra la voz, y unas espesas lágrimas riegan nuestro atónito rostro y nos impiden seguir adelante.
En décimas de segundo esos versos nos hacen pensar : en una hija que dentro de unos meses será madre; en su infancia siempre vívida en nuestro corazón; en la infancia de su futuro hijo; en nuestro propio futuro, cuando quizá ya tenemos más vida por detrás que por delante. Nos hacen sentir en fin, un cúmulo de emociones que nos recuerdan que pese a ser estos tiempos para muchas personas, también de nanas de cebolla, estamos vivos y tras disiparse la niebla que provocan las lágrimas, reconocemos que preferimos quebrarnos ante la belleza de un poema y de la vida, a no sentir, no pensar, no agradecer...
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